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Ícono de San Moisés, icono ortodoxo griego hecho a mano, profeta Moisés, arte bizantino para colgar en la pared sobre placa de madera, decoración religiosa

Ícono de San Moisés, icono ortodoxo griego hecho a mano, profeta Moisés, arte bizantino para colgar en la pared sobre placa de madera, decoración religiosa

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Este maravilloso icono se creó mediante la técnica de la litografía y cuenta con doble barniz para garantizar su impermeabilidad y durabilidad. Su creador aprendió la canonización de la iconografía en los talleres de los Monasterios del Monte Athos, donde aprendió tanto la técnica de la litografía como el proceso de envejecimiento artificial artesanal.

El glorioso profeta Moisés, vidente de Dios, es la cumbre de los amantes de la sabiduría, el legislador supremamente sabio, el historiador más antiguo de todos. Su nombre significa «el que extrae, o es extraído, del agua». Su vida se narra en la Biblia (Éxodo 2 a Deuteronomio 34:12). La Iglesia Ortodoxa celebra su festividad el 4 de septiembre.

Nacimiento
Según el Libro del Éxodo, Moisés nació en el siglo XIII a. C. en el seno de una familia hebrea de la tribu de Leví. Sus padres fueron Amrán y Yocheved. Dado que el Faraón ordenó que todos los niños hebreos fueran asesinados o arrojados al río, su madre lo ocultó en su casa durante tres meses. Cuando ya no fue posible ocultarlo, lo escondió en una cesta de caña a orillas del río. Miriam, la hermana del niño, lo vigilaba desde lejos, para ver qué sucedía.

Por providencia de Dios, la hija del faraón fue al río a bañarse con sus sirvientes. Se fijó en la canasta y, al encontrar al niño dentro, lo crió como si fuera suyo.

Al ver que la princesa había descubierto a su hermano, Miriam se acercó a ella y negoció para que Yocheved, la madre de Moisés, amamantara al niño.

Cuando el niño creció, su madre lo trajo ante la princesa. La princesa lo llevó consigo y lo trató como a un hijo, pues no tenía hijos. Le puso por nombre Moisés, que significa "sacado del agua".

Moisés creció en el palacio real y aprendió toda la sabiduría de Egipto y fue criado de la misma manera que todos los niños egipcios.

En una ocasión, Moisés vio a un capataz egipcio golpeando a un hebreo. Intervino para defenderlo y mató al egipcio. En otra ocasión, Moisés vio a un hebreo golpeando a otro hebreo. Moisés quiso detenerlo, pero él respondió con descaro: "¿Piensas matarme como mataste al egipcio?". Moisés se asustó al ver que la gente sabía lo que había hecho, así que huyó de Egipto y del faraón a un país diferente, Arabia, en la tierra de Madián. Se estableció allí, en la casa del sacerdote Jetro, también conocido como Reuel, después de salvar a las siete hijas de Jetro del abuso de los pastores madianitas. Vivió en la tierra de Madián y se casó con Zefora, hija de Jetro. Trabajó como pastor, cuidando los rebaños de su suegro.

La zarza ardiente
En cierta ocasión, mientras pastoreaba sus rebaños, Moisés fue guiado por un ángel del Señor a la cima del monte Horeb. Allí vio una zarza que ardía, pero no era consumida por las llamas; es decir, estaba envuelta en llamas, pero no se consumía.

Moisés decidió acercarse para investigar. En ese momento, oyó una voz desde el centro de la zarza que decía: «Moisés, Moisés… No te acerques más, quítate el calzado de los pies; porque el lugar donde estás es tierra santa. Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob». Moisés se cubrió el rostro, pues tenía miedo de mirar a Dios.

El Señor le dijo: «He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto y he oído su clamor… y he descendido para librarlos de la tierra de Egipto y sacarlos de esa tierra… al lugar de los cananeos… Te enviaré al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel». Al mismo tiempo, Dios le concedió a Moisés el poder de hacer milagros. El Señor le dio a su hermano Aarón como ayudante, quien hablaría públicamente en su nombre.

La zarza que no ardía, que Moisés vio a través de la revelación de Dios, recibió el nombre de «Zarza Ardiente». El simbolismo del milagro es poderoso. En un mundo donde se venera a la naturaleza misma, Dios demuestra que la domina. La zarza ardiente representaba la condición del pueblo hebreo elegido, que fue perseguido, pero no pereció.

La zarza ardiente también es significativa y relevante para el cristianismo, pues prefiguró la difícil situación de los primeros cristianos, quienes, aunque perseguidos y sufriendo terriblemente a manos de los emperadores paganos, mantuvieron una fe firme en Jesucristo y no fueron exterminados, a pesar de los esfuerzos de las autoridades impías. Fue también una prefiguración de la Santísima Madre de Dios, quien no fue quemada por el fuego de la divinidad del Hijo de Dios cuando descendió del cielo a la tierra a través de ella y nació de ella.
Se puede colocar sobre una superficie plana o colgar en una pared.

El artículo se vende sin el soporte que se muestra en la imagen.

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