Santo Tomás Apóstol , uno de los doce discípulos de Cristo, provenía de una familia de pescadores. Tras la Resurrección de Cristo, cuando se apareció por primera vez a los demás discípulos, Tomás dudó de su relato. Más tarde, cuando el Señor se apareció de nuevo en el aposento alto, Tomás estaba presente. Jesús lo invitó a tocar las heridas de los clavos de la crucifixión, animándolo a no ser infiel, sino a creer. Conmovido, Tomás exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús respondió: «Porque me has visto, has creído; bienaventurados los que no han visto y han creído», ofreciendo una lección para todos los que dudan de la verdad del Evangelio.
Según la tradición, tras recibir el Espíritu Santo, Tomás fue enviado a predicar el Evangelio a los persas, medos e indios. En la India, fue arrestado por el rey Misdaeus tras catequizar y bautizar a su hijo, Juzanes, a su esposa Tercia y a sus hijas Migdonia y Narka. Tomás fue encarcelado y luego entregado a cinco soldados que lo llevaron a una montaña y lo mataron con una lanza. De esta manera, Dios honró a Tomás no solo con la misión de predicar el Evangelio, sino también con el don del martirio, entregando su vida por la fe que proclamaba.